lunes, 14 de abril de 2008

EL GÉNESIS


La voz en off atraviesa los núbiles tímpanos y recita

Y el principio llegó después de TODO y al principio estuvo el origen cuando se secó el mundo y quedaron vacíos ríos mares Murieron las selvas.
Toda especie salvo la humana sucumbió a la sequía.
A los años contados bosques se lograron resucitar porque la mierda fertiliza esta tierra baldía y con mucha bosta y apenas gotitas de agua renacieron débiles tiernos tallos.
Los camiones compartimentados los CONVOYES DE LA VIDA repletos conducen tendentes a los campos de lluvia Infinitas extensiones de mierda brumosa alimentan bosquecillos exhaustos de nutrir los cielos.
La Ley Suprema Única indiscutible reza: El tendente no es hombre ni mujer; es un recurso- único recurso- al alcance de los emos, vital para su subsistencia. Cabecera inapelable de nuestro ordenamiento frontispicio broncíneo de nuestra civilización. A la Ley Suprema Única la saluda la bula papal encíclica que acredita la naturaleza no emo del tendente porque no es hijo de Dios sino criatura del señor supeditada al libre albedrío de los hombres.
Los primeros convoyes fueron de obesos mórbidos pero no cagaban suficiente porque el stress de la detención y el traslado los mataba antes en muchos casos de acuclillarlos. Los obesos a secas aguantaban mejor pero no generaban una cantidad sostenible de bosta. Gorditos, redondeados, saludables o mofletudos fueron los siguientes pero necesitamos más MÁS MIERDA MÁS MUCHA MÁS o será nuestro fín. Quien tendiera a engordar por haberse dado antecedentes de gordura en su familia…EL TENDENTE.
Estabulados Cebados Cagan Comen Cagan Son comidos
Caen tormentas y rayos y jóvenes nubes derraman lágrimas de acero sobre nuestros bosques creados nacidos de tantísimos ojetes obesos Todo lo canalizamos hasta la superciudad sedienta.
Distrito Uno es la megalópolis soleada. Siglos límpidos recorren su cielo AZUL. Acueductos suspendidos en retícula sobre celestes arcos voltaicos a cuya sombra se parapeta la humanidad. Distrito Uno es la conurbación eterna apenas saciada. Siempre bajo su luz segadora jamás cae la noche en el mundo de los emos las sombras anuladas y potentísimos focos eléctricos no amparan el crimen que desterramos de nuestra sociedad utópica Atlántida Oasis de sillares y hierro hormigón en la mitad de un mundo de dunas amenazadoras.
Nuestra agua de nuestros bosques de nuestros tendentes de sus intestinos doma el desierto: abandona la noche a pretéritos de broma sin carencia ni despilfarro cegato cegarruto cerrojo que alimenta Ciudades Centrales Hidroeléctricas laten la vida a contracorriente.
Refulgió el futuro de pupila contraída. La penumbra no ha lugar en la era de los emos: los tendentes podrían refugiarse en ella y eso sería ufff… Fín de la historia, el destino funesto de todos los seres caería sobre el pescuezo de nosotros. Solo un crimen contempla nuestro Códio Penal Supremo Inapelable de Distrito Uno: La ocultación, deliberada o no, de tendentes. La pena el destierro. No existen las penas privativas de libertad en Distrito Uno mucho menos la de muerte Excrecencias indeseables del pasado bárbaro y manirroto anticristiano que nos llevó al fin casi de la vida. El destierro más allá de los confines de las favelas no canalizadas que se adhieren a los bosques fuertemente custodiados por el ejército, más allá de donde los hombres negros farfullan sin lengua y mascan argamasa salina. Allá reinan inclementes el sol y el cero absoluto de las noches que ningún desterrado alcanzó-ará-ver-vivo.
Y vió Dios que era bueno y se tragó un algodoncillo empapado en LAN. Y descansó.

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